1. Enseñar música haciendo música.
2. Utilizar solo la palabra para explicar aquello que no se pueda con la práctica.
3. Partir siempre del conocimiento previo del alumno para extraer nuevas experiencias enriquecedoras, como en el proceso de aprendizaje del habla: primero se aprende a hablar y, después, se pasa al lenguaje escrito.
4. La fluidez en el proceso garantizará el éxito del aprendizaje.
5. Reducir la dificultad a la mínima esencia y resolverla a partir del ritmo particular de los alumnos, y teniendo siempre en cuenta las capacidades individuales y colectivas.
6. Mantener la acción del grupo-clase en todo momento. Los espacios de acción con pequeños grupos o individuos deben ser escasos y de corta duración.
7. Que «todos hagan» no presupone que los alumnos lo «hagan todo», sino que cada cual aporte algo fundamental para la estructura global acorde a sus capacidades y permitiendo el desarrollo cognitivo y emocional de todos los componentes del grupo-clase.
8. Solo recordamos lo que nos emociona y si, finalmente, el conocimiento es la experiencia de la vida que recordamos, debemos fomentar la emoción en cada momento de nuestro tiempo compartido. Fomentemos con nuestros alumnos (que también son nuestros profesores) un tiempo de calidad.
9. Todo momento destinado a la creatividad y, por tanto, al pensamiento divergente es un espacio de conocimiento que no se vislumbra a corto plazo; sin embargo, es el que construye el futuro: ¡fomentemos la creatividad en el aula!
10. Si la ausencia del miedo es lo más parecido a una definición de la felicidad, evitemos la sensación de fracaso en todo momento (en el peor de los casos, gestionemos el fracaso para el crecimiento y no para el derrumbe); potenciemos el error como un mecanismo fundamental para el avance, como un trampolín sobre el que te hundes para elevarte mucho más y no generemos la imagen de un socavón. ¡Trabajemos con una actitud positiva!
José Brito, Director del proyecto Barrios Orquestados  http://josebritolopez.com/
“La inteligencia, sin la capacidad de aprender, es patrimonio de los que no tienen la facultad de percibir los sonidos, por ejemplo, la abeja” Aristóteles