No es Jordi Savall (Igualada, Barcelona, 1941) músico de temperamento imprevisible, sino más bien al contrario, respira paz y serenidad dentro y fuera del escenario y ante cualquier conflicto, prefiere el diálogo sereno al estallido pasional. Por eso ha causado mayor impacto su decisión, comunicada este jueves, de no aceptar el Premio Nacional de Música, en la modalidad de interpretación, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y dotado con 30.000 euros. (EL PAIS)
«La ignorancia y la amnesia son el fin de toda civilización, ya que sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia. No podemos permitir que la ignorancia y la falta de conciencia del valor de la cultura de los responsables de las más altas instancias del gobierno de España, erosionen impunemente el arduo trabajo de tantos músicos, actores, bailarines, cineastas, escritores y artistas plásticos que detentan el verdadero estandarte de la Cultura y que no merecen sin duda alguna el trato que padecen, pues son los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de este país.»